viernes, 29 de junio de 2012

Fácil, lo contaré deprisa para que lentamente llegue a tu sonrisa.



¿Que qué siento cuando me tocas? ¿Cuando poco a poco te acercas? ¿Cuando te veo de lejos, y despacio me saludas? ¿Cuando me miras a los ojos y me dices que donde voy? ¿Que qué siento cuando te veo marchar? ¿Cuando pasas de lejos con tus amigos? ¿Cuando pienso que no te vas a parar, pero de repente te tengo en frente, dándome dos besos? ¿Que qué siento al verte? ¿Cuando me sonríes? Pues no lo sé, la verdad. Siento felicidad, sé que una sonrisa se dibuja en mi cara sin yo quererlo; tranquilidad, aunque esté mal, es verte y saber que eres mi puerto seguro, mi casita en la playa, quien con un 'hola' cambia mi estado de ánimo; pero siento nerviosismo a la vez, una risa inquieta que sale sola, que no soy capaz de parar, y que es un poco vergonzosa. Siento que no existe nadie más en ese momento, aunque la calle esté llena de gente. Siento impotencia, por no poder besarte. Siento rabia, porque me encantaría abrazarte y no soltarte. Siento un cosquilleo, que me sube de los pies a la cabeza, dejándome el cuerpo lleno de mariposas revoloteando a mi alrededor. Y siento tristeza, porque sé que por muchas ganas que tenga de comerte a besos, de morderte la mejilla o de colgar mis manos por tu cuello, jamás voy a estar tan cerca de ti, nunca me amarás de esta forma, nunca podré sentir tus labios cerca y jamás sonreirás gracias a mí.

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